Canciller...

Tenemos un Canciller extraño y engañoso.

Tiene aspecto de veterano camba, pinta y apellido de oligarca, es abogado, y ha dedicado parte de su vida a la diplomacia.

Culmina su carrera con el logro que todo diplomático soñaría, que es la de llegar al pináculo de su carrera, es decir una cancillería.

Parecía de entrada, que era uno de los ministros mejor elegidos, por sus cualidades, del que se podía esperar una actuación profesional y seria, claro que comparado con otros ministros que dan lástima y vergüenza ajena, la comparación era demasiado fácil para él.

Pero bueno, arrancó el gobierno y empezaron a aparecer las realidades.

El hombre empezó meterse donde no lo llaman, y a desatender sus obligaciones, cosa que en un principio, se pudo pensar como en un desencuentro entre el y el presidente, pero eso es algo que solo alguien muy inocente puede pensar.

Que un ministro sea independiente del Presidente, como paso al gobierno anterior y con que consecuencias, ya lo hemos visto, pero no se puede creer que le pase a este.

En realidad, el tipo está jugando de mascarón de proa, haciéndole los mandados sucios al presidente, en este juego infantil, pero que la mayoría de la gente no ve, o peor, si lo ve, no le importa, porque carece de juicio para ver el peligro de tales actitudes.

Así el sujeto se mete a legislador y aparece como creador del mamarracho inaudito de una “anulación de ley”, mientras una manada de rinocerontes pasan al galope por la puerta de su despacho.

Es, junto con todo el gobierno, el responsable de la destrucción maliciosa y dolosa de las estructuras legales, constitucionales y principios de la Democracia Republicana del Uruguay.

Y todo sin dejar de “atender” su tarea de canciller fascista comunista, saliendo por ejemplo, a reconocer a un país que no es país, como Palestina y negándole reconocimiento a un país como Honduras, por puras beberías ideológicas.

Va de “paseo” sumiso a la barbarie de Irán, con el verso del comercio y de la no intervención, y le niega reconocimiento a Honduras, metiéndose en su interna.

En fin, otro capitulo en esta comedia de enredos en que han convertido al Uruguay republicano y democrático que supimos tener y que deberíamos recuperar, por el bien de nuestros nietos.

Lonjazo.