Las cartitas
Y pasó en mayo de 2013.
Apareció un tal Amodio, por carta a la prensa,
dando posiciones, opiniones y juicios sobre su presunta traición al MLN hace
como 40 años.
Un sujeto como tantos otros, que en su juventud,
siguiendo un impulso mesiánico, delirante, se creyó habilitado moralmente a
imponerle a los demás su, hoy lo comprobamos, ridícula y fracasada ideología.
Por la fuerza, of course.
Y para eso, formó o colaboró en formar, un
movimiento “revolucionario” de supuesta liberación.
De que nos querían liberar estos traviesos
chiquilines?
Vivíamos en la más ejemplar democracia
representativa republicana del continente.
Tan era así que hasta el psicópata asesino
apodado “che”, que era y sigue siendo su ídolo, les dijo claramente, acá en
Uruguay, que no era este un país para hacer una revolución.
Pero estos “idealistas”, estaban convencidos que
podían generar un “hombre nuevo” aunque eso necesitara la eliminación de todos
los “hombres viejos” que hiciera falta.
Después de todo, ya Lenin había dicho que matar
a uno era un crimen, pero matar a un millón era una estadística.
Pol pot, otro liberador de la humanidad, liquidó
en pocos años un tercio de la población de Camboya.
Fidel Castro, en Cuba, junto con el che, estaba
matando a destajo, y el mundo no parecía asustarse demasiado.
Era cuestión de lanzarse, porque además, desde
Cuba, venía armamento, dinero y entrenamiento. Una papita.
Serían héroes, próceres, sus nombres estarían en
los monumentos y calles de un futuro cercano y promisorio. Ya se veían en el
nomenclátor.
Pero tal parece que este tal Amodio, se avivó a
tiempo, o traicionó, no se sabe bien ni importa demasiado.
Empezó a escribir cartas, diciendo cosas y
amenazando con destartalar la edulcorada historieta que los tupas están
construyendo con paciencia y mucha patraña desde hace dos décadas.
Y saltó la liebre.
Algunos le contestan, otros lo insulta, otros lo
ignoran y la cosa parece que no va a durar mucho, porque la verdad, no se nota
que a nadie le importe demasiado. En general es visto como una comedia medio
ridícula de dimes y diretes.
En lo personal, jamás creí nada de lo que
dijeran los tupas y o comunistas, porque su naturaleza es la de falsear,
enredar, deformar, para que las generaciones siguientes no los vieran como
realmente son, una banda de terroristas sin alma.
Así que este macaco que aparece ahora, siendo
parte de ellos, me resulta la misma cosa.
No les creo, no les creí nunca ni les voy a
creer nunca tampoco. Digan lo que digan, hagan lo que hagan.
La historia se va a encargar de poner las cosas
en su lugar y a ellos en la cloaca que merecen y los está esperando.
Es solo cuestión de tiempo.
Lonjazo
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