Heroe

Doscientos un muertos.
Entre los asesinados por mano propia, los asesinados por su orden y los asesinados bajo su firma, aún después de haber dejado su honorable cargo en la revolución, son doscientos un muertos los que se le contabilizan al famoso y romántico “che”, y con los cuales se fue al infierno.
Imposible saber a cuantos mas habrá torturado y asesinado en sus aventuras serranas, cuando le escribía a su novia y a su madre, que allá andaba, “sediento de sangre”.
Con todos ellos en la mochila bajó al averno a dar cuentas, el día que lloriqueando fue ejecutado en Bolivia, lleno de piojos y medio muerto de hambre, cuando su proyecto de crear decenas de Viet Nam en América naufragaba, entre otras cosas, por la traición de su mentor, el virrey soviético, alcahuete mayor de la URSS en estas tierras.
Cuesta concebir que haya sido elevado al trono de los héroes, cuesta concebir que presidentes electos, que se dicen democráticos, sigan hoy en pleno siglo XXI peregrinando a arrodillarse a su tumba.
Realmente, es algo repugnante. Algo así como que alguien fuera a rendirle honores a Hitler.
Lonjazo