Justicia tuerta

Es fantástico el interés que ha despertado, especialmente a la prensa, el caso de las irregularidades de los funcionarios de Aduanas.
Y está bien. Si alguien se porta mal, lo lógico es que la justicia tome cartas en el asunto y proceda de acuerdo a la ley.
Lo que llama la atención es la repercusión que se le ha dado.
No hay día que no llene tapas de diarios y cientos de minutos de TV carísimos, cuando en realidad, estamos hablando de presuntos delitos menores, propinas, chauchitas, si las comparamos con otras cosas.
Por ejemplo.
En los mismos días, desfilan ante los tribunales, conocidas figuras políticas, cabezas de lista, senadores en ejercicio y antiguos parlamentarios, denunciados no por denuncias ajenas, sino por confesiones propias, por escrito, en libro publicado, y corroboradas por el autor públicamente, agregando al delito confesado, la apología del mismo y de otros.
Esos casos, han recibido muy poca prensa, y francamente, de probarse serían muchísimo mas graves que las propinitas de los aduaneros. O no?
De este último caso, gravísimo, porque se trata de delitos contra el estado democrático, mas precisamente el de rebelión, poco se ha dicho, hasta que fiscal y juez actuantes, declararon públicamente elementos del presumario y hasta se rozó el prejuzgamiento, en tanto se declaró públicamente que dependía de la calificación del delito pedido, para ver si operaba la prescripción.
Seguiríamos entonces, con el doble discurso judicial, que para algunos casos, procesa con argumentos tales como "no pudo no saber", mientras que para otros, cuenta los días y busca calificaciones, para ver si el delito caducó.
A unos, se los procesa con pruebas testimoniales interesadas, imposibles de corroborar, y a otros, no se los procesa ni siquiera delinquiendo por TV.
Esta diferencias, tarde o temprano se dan vuelta y se pagan.
Realmente, la justicia en tiempos progres, asusta un poco, pero el que crea, que hoy está a salvo, mañana puede estar en riesgo.
Lonjazo.