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Location: Montevideo, Mdeo, Uruguay

Abogado y liberal

Friday, August 26, 2005

Responsabilidades

El señor presidente, está tratando de ponerle punto final al asunto de los derechos humanos.
En realidad no es algo nuevo, todos los presidentes anteriores, en su medida y estilo, han hecho el intento, y soportado el eterno NO de algunos, que seguían y siguen pidiendo “ni olvido ni perdón… paredón”.
Sellar definitivamente la herida que todavía sangra en nuestra patria”… y cosas por el estilo, se escuchan sin éxito desde hace años y años.
Claro que en la actualidad el responsable no es cualquiera, sino uno de los que han usado el tema como trampolín político, sin importarles demasiado a quien lastimaban. Puede que duela, pero es una visión de un ciudadano que se expresa libremente. Les importó e importa un pito, el dolor de nadie.
El tema de los derechos humanos, fue usado hasta el asco para obtener réditos políticos, y ahora, obtenido el triunfo, parece que conviene enterrarlo para siempre, antes de que se destapen otras cosas políticamente incorrectas.
Pero en fin, todo intento en este sentido será bienvenido si termina de una vez con el tema, que sigue dividiendo a la sociedad en partes difíciles de identificar cuantitativamente, a tal grado llega el mareo general.
No es momento este de hacer un juicio a la escasa moralidad con que se ha manejado el asunto, cada quién sabrá como actuó cuando ponga la cabeza en la almohada.
Lo que todavía no se había escuchado, por lo menos que yo recuerde, es que un presidente “adelantara” públicamente, que “todos los uruguayos” éramos responsables de lo ocurrido en aquella infausta época.
Es evidente que está empezando a pavimentar el camino, para tirarnos con lo que tiene en mente a corto plazo, que parece claro va a ser, intentar dividir entre tres y medio millones, la responsabilidad por lo ocurrido.
Creo no equivocarme si digo que una vez mas, se equivoca el Dr. Vazquez.
Está claro que hubo muchos responsables y que no estuvieron sólo en un bando. Y está claro también, que en aquel momento, hubo quien empezó con la vorágine violenta, hubo quien la siguió y hubo y hay, quienes quieren terminarla y no pueden.
En aquel entonces, el Uruguay era un país, ejemplo mundial de democracia, representativa, sano, libre, que hasta tenía un Poder Ejecutivo colegiado, para que nadie acumulara demasiado poder.
Un país que recibía al mismísmo Che Guevara y lo dejaba hablar libremente en las calles, para que nos sorprendiera diciéndoles a sus “luchadores” de izquierda autóctonos, que aquí, en Uruguay, no estaban dadas las condiciones para la revolución. Y lo recibía aún a sabiendas que se trataba de un terrorista, aventurero, homicida y cruel, que se entretenía ordenando cientos de fusilamientos sumarios, al grito libertario de “ante la duda, fusile”.
Pero ni esto fue suficiente para calmar la sed democraticida de nuestros abnegados “luchadores sociales”, que soñaban con un mundo que sólo existía en sus afiebradas mentes y por el cual, no se les movía un pelo si había que matar por la espalda.
De modo que aquí hubo, por un lado, una banda de iluminados, increíblemente inteligentes y bondadosos que, guiados, protegidos, entrenados y financiados por la URSS a través de Cuba, su fiel perrito faldero, pretendió imponernos a perpetuidad, su forma de entender al ser humano y la forma de gobierno que mejor nos convenía, aunque eso significara privarnos de alguna de esas libertades burguesas, tan poco apreciadas y que tanto y tan bien usan y abusan hoy día.
Fueron los tupamaros, los comunistas, los pvp, los opr y demás grupos y grupitos, que tenían aparatos armados, y que en definitiva remaban para el mismo puerto, pero con distintas cabezas y distintas metodologías. Unos mas solapados, otros más violentos y soberbios, pero todos crueles a la hora de actuar. El glorioso fin con que soñaban sus juveniles cabecitas, les justificaba ampliamente los medios. “Hay que ser cruel pero sin perder la ternura” dijo el Che, en alguna de sus patéticas orgías dialécticas. Algo así como, “te torturo y te ejecuto, porque te quiero”.
Hubo también una corte de caracoles intelectuales que al costado, le hacían el camino mas fácil y tragable a las víctimas, que éramos todos. Allí estaban, y siguen estando, los maestros, profesores, literatos, poetas, escritores, periodistas, pintores, carnavaleros y demás fenómenos de la nomenclatura cultural, que le daba lustre intelectual a la barbarie asesina y liberticida. Océanos de tinta derramados, para tratar de explicar lo inexplicable y hacer creíble lo imposible. Es incontable la cantidad de premios y honores que se repartieron entre ellos en todos estos años, tanto en lo interno como en lo internacional.
Porque, a no engañarse, esto fue un movimiento continental por lo menos, con coordinación a nivel de toda América Latina. Ellos lo hacían, pero se rasgan las vestiduras porque sus enemigos hacían lo mismo.
Y por el otro lado, una vez que quedó a la vista que la débil y desprevenida democracia no podía enfrentar semejante enemigo, apareció otro bando que, una vez que aprendió la metodología de lucha que le imponía la guerrilla, la terminó en cuatro patadas. Esa es la triste realidad, el invento terminó matando al inventor.
Lástima, que algunos decidieron quedarse una vez que su tarea fue terminada.
El factor humano siempre juega su partido y la tentación del poder es gigantesca.
Años mas tarde, la realidad se terminó imponiendo y pacto mediante, como en toda nuestra historia, se le dio fin a la dictadura y volvimos a donde jamás debimos dejar de estar.
Bastante mas de una década costó el proceso, guerrillero, cívico militar, con toda su carga a cuestas, que sufrimos todos, los que empezaron, los que terminaron y la gran mayoría, los que estuvimos en el medio.
Años de rapiñas, secuestros, asesinatos por la espalda, bombas, inyecciones letales, torturas, desapariciones, vuelos ilegales, traiciones, actos de heroísmo y de cobardía sin igual, terrorismo guerrillero y de estado, etcétera, para que hoy, mas de treinta años después, los que iniciaron todo lleguen legítimamente al poder y sigan pretendiendo vengar sus derechos humanos violados, mientras nada dicen por los que violaron, y para ocultarlo, pretendiendo cambiar la historia.
Hoy, los que seguimos estando en el medio, seguimos soportando el cínico doble discurso y la hipocresía que sigue dañando peor que las balas.
Pero, como la realidad es dinámica, siempre aparece algo nuevo y es que hoy, por primera vez, un Presidente, pretende hacernos responsables a todos y eso, es algo inadmisible.
Porque somos demasiados, los uruguayos que jamás quisimos imponerle nuestras ideas o pensamientos a nadie y menos aún, por la fuerza, ni de un lado, ni del otro.
Somos demasiados los uruguayos que estamos hartos de que se siga usando la destrucción, la tortura, el dolor y la muerte como herramienta política.
Somos demasiados, los uruguayos que la vimos pasar sin que se nos consultara un pito de todo lo pasado, y que hoy, lo único que pedimos es que se termine de mirar para atrás con un solo ojo y de una vez, se empiece a mirar para adelante con ambos. Sin olvidar, por supuesto, sin olvidar nada, pero dejándolo definitivamente en la historia, que es la que sabrá juzgar cuando corresponda.
En aquella época, hubo secuestradores y torturadores como algún prosecretario de la presidencia y algún ministro de estado y hubo también, fieles servidores, que les mandaban telegramas a los dictadores porque eran ciudadanos categoría A.
Esos y muchos mas, fueron y son responsables de lo ocurrido, cada uno en su medida.
Yo no le pido a ninguno que se arrodille ni arrepienta, pero tampoco acepto que se me meta en la bolsa.
En esa bolsa, se entra por voluntad propia no por voluntad presidencial.
De modo que gracias por su esfuerzo, Señor Presidente, pero paso.
Lonjazo.

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