Chapuceando

Esta semana sigue pródiga en noticias y comentarios que nos obsequia con asombrosa regularidad el Ministro del Interior.
Por cierto que no nos viene mal un respiro por parte de la Ministra de Salud, el incalificable Ministro de Ganadería y la supersensible Ministra Arismendi.
Pero hay que reconocer que este Ministro, está haciendo un gran esfuerzo por superar a sus colegas, cosa que a priori no resultaba nada fácil.
Defendiendo la derogación del decreto que protegía la propiedad privada de las ocupaciones sindicales, expresó:
"La ocupación hecha por la fuerza del trabajo, no le quita al propietario el derecho ni el título de propiedad, el propietario lo conserva y hasta puede vender esa propiedad, aunque esté ocupada por los trabajadores ejerciendo el legítimo derecho de huelga”.
Respire hondo el lector, yo se que no es fácil.
Creo no exagerar, si digo que nunca antes se había podido leer una explicación tan lúcida y clara, sobre la naturaleza jurídica de la huelga y su incapacidad jurídica como medio lícito de adquirir el dominio. Esa frase solita, por su clarificador aporte, debería ser el motivo de un foro entre las cátedras de Derecho Laboral y Civil de las Universidades del país.
En el aspecto comercial, ya me imagino el aviso en el Gallito:
“Urgente por viaje, vendo curtiembre ocupada, con exportaciones en riesgo de incumplimiento y materias primas casi descompuestas. Acepto permuta por puesto de cachibaches en Tristán Narvaja o carro de chorizos con o sin permiso. Pago diferencia a 20 años”.
Pero ante la duda de no haber sido suficientemente claro, con tono docto y magistral, siguió así:
“esta medida derogatoria, no afecta ni la producción ni la inversión nacionales y tampoco afecta la seguridad jurídica de los inversores”. “Digo que no afecta ni la producción ni la inversión, ni la seguridad jurídica, porque ningún inversor serio en un país democrático, en un Estado de derecho, puede pretender invertir a condición de que el Poder Ejecutivo y de que el gobierno actúen al margen de la Constitución”.
El Señor Ministro no entiende y sigue ciego y sordo frente a la realidad, como lo estuvo toda su vida. No tiene remedio.
No se da cuenta que ningún inversor, ni serio ni bromista, ni pretende ni le pide nada al gobierno, ni pone condiciones de ningún tipo.
Es tan simple que hasta un comunista podría entenderlo. Si le sirve, invierte y si no le sirve no lo hace y afecta a la producción y fundamentalmente al trabajo.
Y la carta blanca para ocupar propiedad ajena, hasta que algún juez se exprese, no le sirve al inversor, le guste o no le guste a quien sea.
El Señor Ministro sigue sin entender que las cosas son como son y no como le gustaría que fueran y que la realidad y los hechos, como dijo su adorado Lenin, son tercos.
Por eso, las inversiones no llegan ni de afuera ni de adentro y la desocupación sigue arriba del 12%. Y así vamos a seguir si siguen chapuceando en vez de gobernar.
Lonjazo.