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Location: Montevideo, Mdeo, Uruguay

Abogado y liberal

Monday, June 20, 2005

Mala educación o deseducación?

Durante muchos, demasiados años, el ataque a la laicidad en la educación pública fue atroz.
A tal punto llegó el desparpajo de la docencia comprometida, que hasta se modificó a prepo, la historia. Cualquier cosa venía bien para denostar ante la mente de los jóvenes el sistema capitalista y por consiguiente, los partidos tradicionales, a él tendenciosamente asociados.
Esto no fue gratis para nuestra sociedad sino que produjo un enorme daño, aunque sirvió para que el progresismo llegara al poder.
Hasta que en el 2001, tarde para variar, se decidió hacer un programa educacional que pusiera sobre la mesa los valores. Los viejos y tradicionales valores que siempre distinguieron a nuestra sociedad oriental de las demás.
Pero, el progresismo llegó al poder con la escoba nueva y barrió también eso.
Parece que los genios que gobiernan hoy la educación, no quieren oír la palabra “espíritu”, entonces bajan todo el programa y se ponen a crear otro, lo que significa que nos vamos a seguir quedando sin valores quien sabe hasta cuando.
De ahí que no puede extrañar que se vean en la sociedad, cosas que nos molestan y chocan, y que en otras épocas, en Uruguay no ocurrían.
Esto viene a cuento por los abucheos y silbatinas, con que fue recibido el Presidente de la República, por parte de un grupo de gente que estaba en el acto de inauguración del monumento a Wilson Ferreira.
El triste espectáculo, que rechazo, es producto de dos cosas, mala o ausente educación en valores e ignorancia.
Lo primero, por el trato maleducado hacia una persona, sea quien sea. Lo cortés no quita lo valiente, hubiera dicho Wilson. El nunca necesitó insultar para voltear un Ministro.
Lo segundo porque se confunde supinamente a la persona, con el cargo que ésta ocupa.
El Dr. Tabaré Vazquez, hasta que le ponga la banda presidencial a alguien, Dios mediante, va a ser el Presidente de la República Oriental del Uruguay.
La Presidencia de la República es una institución que merece en todo momento el mayor de los respetos y consideración, tanto en lo interno como en lo externo, sea quien sea la persona física que la ocupa.
Es a la institución no a la persona a la que se respeta, igual que debe hacerse con los otros símbolos patrios, como el escudo, la bandera, o el himno.
El problema surge cuando las mismas instituciones se irrespetan a sí mismas y o, cuando a ese irrespeto, venga de donde venga, se le da contenido político.
Ahí se abren puertas que después son terriblemente difíciles de cerrar, entrándose en un círculo vicioso de consecuencias imprevisibles.
Por ejemplo, cuando un gobierno sustituye los símbolos patrios por un logo marketinero, se está actuando en ese camino.
O cuando un presidente demócrata electo, es insultado por un dictador de cuarta y sus opositores se ponen de lado del dictador, para sacar una ventajita política.
O cuando un descerebrado, amparado en fueros sindicales, insulta y escupe al Presidente de la República en la puerta de un Liceo, y llegado el caso a la justicia, el magistrado no encuentra motivo para procesar, también se está actuando en ese camino.
Es allí que todo empieza a subvertirse y donde hay que trabajar para volver al cauce. No sólo la educación tiene la responsabilidad de educar a la sociedad y lamentablemente en nuestro Uruguay, se ha deseducado demasiado, por razones demasiado pequeñas, con las consecuencias que hoy lamentamos todos, incluso quienes en algún momento se beneficiaron.
Lonjazo.

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