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Location: Montevideo, Mdeo, Uruguay

Abogado y liberal

Wednesday, August 09, 2006

Era Hora

La familia militar ha decidido salir a la luz pública, a decir su versión de la historia en la que tomaron parte, a pedido del estado oriental.
Era hora. Debieron hacerlo hace años, cuando quedó mas que claro, que el enemigo jamás iba a actuar con honor, en función a lo pactado en el Club Naval. Y no iban a actuar con honor, por la sencilla razón de que no lo tienen, como lo demuestran un día si, y otro también.
Haber pensado que sujetos que se armaron en Cuba para agredir a sus compatriotas e intentar instalar una dictadura comunista en Uruguay, eran hombres de honor, fue un acto de inocencia, incomprensible.
Nunca pude entender como devolvían silencio, a la permanente agresión, solapada a veces y directa otras de parte de sujetos que si hubieran logrado su infausto objetivo, no habrían dejado a un solo enemigo vivo.
Que los cobardes que tiraban por la espalda, hayan tenido mas de 20 años de impunidad para hacer y decir a gusto y gana, es algo que nunca pude entender y que alguna vez tenía que terminar.
Ya va siendo hora que la sociedad se entere de que objetivos tenían y como se la jugaban, aquellos que hoy la van de santitos agredidos y hasta pretenden una jubilación por ello.
Ya va siendo hora que la sociedad sepa con pelos y señales, con nombres, apellidos, fechas y hechos, quien hizo que, a quien, como y porqué. Y si fue juzgado por sus actos, y si no, porque no.
Las fuerzas armadas orientales no iniciaron hostilidades ni agredieron a nadie, hasta que el estado las llamó al deber.
Mas bien, fueron agredidas y víctimas, antes de ganarle una guerra, a un enemigo sucio, cobarde y artero, que ha convertido la deshonra en virtud.
Son escasísimos los hechos bélicos en los que hubo directo y honorable enfrentamiento entre las partes.
Casi siempre era la fuga luego del atentado, la granada trampa, el tiro en la nuca a una víctima atada o desprevenida, la llamada anónima para asustar mujeres y niños, el secuestro extorsivo, el simple asesinato por sorpresa para robarse un arma, o la espera nocturna junto al traidor que iba a quemar a sus secuaces.
Sin mencionar que cuando se veían rodeados, se entregaban entre llantos y lamentos, cuando no poniendo a sus hijos como escudos.
Sin mencionar que cuando tenían que declarar, en general eran dóciles corderitos, que traicionaban hasta la madre para evitar un cachetazo que nunca fueron lerdos para dar.
Ellos pusieron las reglas de juego, con sus tácticas aprendidas en Cuba, ellos son los que jugaban con el anonimato, y ellos fueron forzando a que la información se debía obtener de la forma que fuera necesario para ganar.
Y así se hizo, sin alegría ni morbo, sino porque no había otra forma, lo que lógicamente acarreó excesos unas veces y accidentes en otras. Triste pero inevitable consecuencia de una lógica de guerra impuesta y usada por ellos y no por las fuerzas armadas, que tuvieron que aprender sobre la marcha sus métodos para ganarles.
Es hora que sepamos, toda la película y no la parte recortada que nos quisieron vender y que tantos “nabos” compraron. Porque hay que ser muy nabo, para creerse la película de los jóvenes idealistas víctimas, contra la dictadura militar, que a la sazón, ni era ni dictadura ni era militar.
No hay guerra en la que no se violen los derechos humanos, por ambas partes.
La muerte bajo apremio de un detenido, es tan terrible e indeseable como el asesinato frío y artero con inyección letal.
Debemos saber toda la verdad para poder perdonar y sacar provecho del pasado.
La miopía histórica, es pan para hoy para algunos y es hambre para mañana para todos.
Lonjazo.

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