Tristeza

Los noticieros del 16 de mayo, una vez mas nos propinaron un triste espectáculo, cuando una viejecita, madre de un(os) desaparecido(s), visiblemente alterada por el rencor y el odio, trató a la dictadura de usar técnicas nazis.
Fue tan triste por lo que dijo, como por la forma en que lo dijo.
Lo primero podría ser cierto, habría que analizarlo despacio y con calma, pero el cómo, partía el alma.
La pobre anciana, no pudo ocultar que padece la peor enfermedad con la que se puede llegar a la vejez, el odio que ciega el entendimiento y la razón.
Porque si fuera cierto, no lo es menos, que su(s) desaparecido(s), también aplicaban técnicas fascistas y comunistas, muy similares por cierto, a las que ella deplora y de las que es víctima. En otras palabras, aquellos infortunados desaparecidos, no fueron mejores que los acusados de hoy día.
De modo que, su(s) desaparecido(s), y cuidado que esto no es una justificación ni para unos ni para otros, no eran precisamente niños de pecho inocentes, sino que también secuestraban, torturaban y asesinaban con saña y encono, tal como acaba, en estos días, de declarar con orgullo, un asesino de aquellos tiempos.
Fueron víctimas si, pero de una guerra atroz que ellos mismos desataron.
Es de suponerse, que aquellos querubines habrán tenido que soportar en infinitas oportunidades las súplicas de sus padres, en cuanto a no meterse en esas cosas, a no robar, secuestrar, matar gente y menos, por razones políticas, pero no oyeron a sus mayores.
Eran tiempos en los que el odio y la dinámica de guerra, barrió todos nuestros mas caros principios democráticos, republicanos y humanitarios, trocándolos en persecución, secuestro, tortura, venganza y muerte.
Ambas partes tuvieron responsabilidad, unos porque empezaron, con el afán de imponernos su ideología fracasada y los otros, con los excesos en la represión, a la que no tuvieron alternativa, porque justo también es decirlo, la dinámica y a forma de lucha de la guerrilla, la impusieron los guerrilleros.
Ya va siendo tiempo de que ese triste capítulo de nuestra historia, entre definitivamente allí mismo, y que de una vez para siempre se apaguen los fuegos del odio y la venganza, que lastiman mas, a quienes los padecen.Treinta años son mas que suficientes, para que dejen de torturarnos a todos los orientales con sus rencores del pasado.
Lonjazo.