Doble moral

Nos hicieron creer que el Uruguay estaba en la peor de las crisis, en la peor de las situaciones. Con eso y con las promesas de las mil y una soluciones mágicas, a problemas inexistentes o exagerados, ganaron las elecciones.
Luego de instalarse en el poder, como por arte de magia, el país empezó a mejorar, gracias a ellos, obvio, y ahora publican lo geniales que son.
Pero va pasando el tiempo y la gente empieza a darse cuenta de que ni estábamos tan mal antes, ni ahora estamos tanto mejor, y que encima, este gobierno no ha hecho nada bueno ni a cambiado nada para mejorar y encima, nos van a torturar con un impuestazo que va a terminar con la clase media.
Nos han hecho creer que las violaciones de los DDHH son solo las torturas físicas y que la corrupción es solo el enriquecimiento ilícito o la coima.
Eso es solo una parte de la verdad.
Una de las peores taras que está sufriendo la sociedad uruguaya, quizás producto de la reingeniería sociopolítica a que ha sido sometida, es que el doble discurso haya dejado de verse como inmoral, cuando lo es en grado sumo. Porque el doble discurso es lisa y llana mentira. El que dice una cosa hoy y hace otra mañana, sin que se le mueva un pelo del bigote, mintió ayer o miente hoy y eso, es un acto de gravísima corrupción, cuando se hace con fines políticos.
Pero es mas grave todavía, cuando se ataca al adversario por la inmoralidad del doble discurso, en el mismo momento en que se está usando el doble discurso.
Cuando se es tan descarado, porque se está seguro de que la gente se la traga, por no concebir tanto descaro, se está jugando muy malsanamente con la gente y eso es, por lo menos, muy peligroso.
Porque el día que se den cuenta, va a ser muy difícil que vuelvan a creer en algo y un pueblo descreído, es fácil presa de un Chavez o de un Kirchner.
Que la mas descarada hipocresía, no despierte rechazo de la gente, está demostrando que, o esta no la detecta, lo que constituye una grave falla intelectual, o simplemente no le molesta, lo que se convierte en una grave falla moral, y hasta quizás, y esto es lo peor, hasta la aplauda, lo que se convierte en una gravísima complicidad social de la víctima, con el corrupto.
Que un actor político en el gobierno, exprese públicamente, cosas que solo la ironía de un letrista de murgas sería capaz de decir, y lo diga con el mas absoluto caradurismo, como si fuera la mas santa verdad, y que esto no provoque el rechazo o la carcajada de la sociedad toda, es algo que los sociólogos tendrán que explicar algún día.
Lonjazo.