Ya la mitad

Ha pasado la mitad del gobierno progre, y nada.
O peor todavía, menos que nada.
Lo contrario a lo prometido y dado por hecho, durante décadas.
Mas de lo hecho en la I. M. de M. o sea, nada bueno.
Un verdadero fiasco, como bien lo definió un querido amigo veterinario jubilado, que me pidió que le aflojara a la ironía y a la crítica ácida.
Quizás tenga razón, porque cuando la realidad empieza a golpear a los frentistas, a todos, pegarles en el suelo, puede lograr que se encaprichen en el error, en vez de que abran los ojos, que es lo que queremos.
Algunos todavía no lo sienten, otros todavía no lo admiten, y algunos, empiezan bajar los brazos, ante el peso de la realidad.
Quizás los que están mas cercanos al poder, o los que lo ejercen directamente, son los primeros que, no teniendo mas remedio que enfrentarla, tienen que admitir que estuvieron equivocados.
Fácil era, cuando estaban en la oposición, mantener el discurso irresponsable y demagogo, pero ahora, no pueden jugar a la mosqueta con la palabra.
Ahora hay que hacer de verdad, dirigir, gobernar, decir no, viajar, ver, y comparar. No hay escapatoria.
Están sufriendo en carne propia, el dicho mil veces repetido y poco comprendido, “del dicho al hecho, hay largo trecho”.
Y al hacer, se hace lo que siempre se combatió, se vituperó, se usó como arma arrojadiza para denostar, y eso no es bueno, porque es como enfrentarse a un espejo. A esa imagen reflejada no se le puede mentir y hacer gambetas.
Mas de uno debe estar prendiendo el fuego para el asado del Pepe, quemando los libros de Gramsci, que en definitiva fue el que los metió en el baile en que están.
El desgraciado escribió preso, fuera del contacto con la realidad, y por eso, genialmente elaboró un método para llegar al poder, pero le faltó el manual para saber que hacer con el poder, una vez obtenido.
Jamás se imaginaron los honestos, que los debe haber, que gobernar era bien diferente a revolear banderitas en una marcha, o escuchar cantopopu con cara triste, mientras se toma mate frío y lavado.
Jamás se imaginaron que la ordinariez chabacana, se convertiría en vergüenza, cuando el juntavotos, se tuviera que vestir de ministro y representarnos a todos con buena educación, cultura y conocimientos técnicos sólidos.
Jamás se imaginaron que hasta la corrupción los alcanzaría. Que los progres, también meten la mano en la lata.
Jamás se imaginaron que la solidaridad progre y el Uruguay productivo, se iban a convertir en un “cacho e`grasa” y una bolsa de arroz de perro.
Jamás se imaginaron que el socialismo soñado no existe en la realidad, y solo es aplicable a loa fuerza, sin derechos humanos, y eso es algo que no están dispuestos a ceder.
La realidad golpea duro.
Hoy son un fiasco desde donde se los mire y lo saben.
Lo único que les queda, es seguir con la carita triste murmurando “no se puede confiar en nadie!”.

Lonjazo.