Sentenciando

Con las sentencias, de cualquier juez, se puede estar de acuerdo o no, se puede disentir con sus fundamentos y hasta con su legalidad, pero lo que no se puede hacer, ante una sentencia desfavorable, es poner en tela de juicio la moral de un magistrado y el prestigio de un Poder del Estado, porque en ello, mas allá del ataque artero y cobarde al magistrado, va la confiabilidad del Estado ante la nación.
Hay que ser muy malintencionado, muy corrupto mental, muy irresponsable, para hacer semejante cosa, especialmente cuando el motivo es político partidario.
El asunto viene a cuento, por la publicación de la famosa sentencia de inconstitucionalidad del IRPF a los jubilados, que vino a pegar, como un misil en la línea de flotación, de un gobierno que ya viene haciendo agua por muchos rumbos.
Reacciones hubieron varias, algunas mas desubicadas que otras, incluso algunas de barricada, pero hubo una, que fue emitida con las debidas formalidades, por el órgano directivo de un partido político con representación en el parlamento y en el poder ejecutivo. Y lo mas grave, es el partido del Presidente de la República y del Canciller, entre otros, y ninguno de ellos, dijo, esta boca es mía, con lo cual, es fácil pensar que acompañan el insulto.
El PS, como no podía ser de otra forma, fiel a su costumbre fascista de todos los tiempos, (hay que ver que tanto Musollini como Lenin, salieron de esa cantera), terminó actuando de acuerdo a su naturaleza y es por eso, que la Dra. Bossio puede retirarse tranquila.
Después de todo, es el mismo partido que supo mandarle telegramas de felicitaciones al dictador rumano, horas antes de ser ejecutado. Es el mismo partido cuyos mas connotados dirigentes, llamaban a las armas contra la democracia.
Otro que también sale a la palestra, amenazando con juicios políticos imposibles a los miembros de la Corte, es el MPP. Escandalosa y patética amenaza fascista.
Que la Dra. Bossio y sus colegas, que han dedicado una vida entera al Poder Judicial sin tacha alguna, que han recorrido todos los escalafones con austero y republicano silencio, llegando a los últimos días de una impecable carrera, tengan que soportar que una patética manada de corruptos, ebrios de poder, pongan su moral sobre el tapete, es algo tan repugnante que cuesta concebir.
Pero habrá que tener paciencia y en definitiva, no insulta quien quiere sino quien puede y los actuales gobernantes y sus partidos, ciertamente no pueden.
Un insulto de un corrupto, hasta puede ser visto como un elogio.
Lonjazo