Rumbo a Siberia
Ls primeras luces amarillas se fueron encendiendo antes de las elecciones, pero no se quisieron ver y pasaron como simples anécdotas preelectorales, “choriceces” de los compañeros que estaban ansiosos por un poco de publicidad gratis.
El tratamiento fascista como siempre, fue efectivo, desmentido y silencio.
Aquellas “comisiones” que redactaban planes con respecto al manejo de la prensa, por ejemplo, y que todavía no han sido desenterrados pero allí están.
Luego, ya desde los primeros días, la estampida inescrupulosa y descarada de amigos, socios, parientes, guardaespaldas, todo a simple y total voluntad del Señor Presidente, sumado al manoseo y persecución inmisericorde de “enemigos políticos y comerciales”.
Por esos días curiosamente, se terminaba con la posibilidad de que los partidos minoritarios de oposición, tuvieran la mas mínima posibilidad de controlar nada.
Tras cartón, decretos del Poder Ejecutivo, derogando otros, que mantenían a raya la prepotencia sindical politizada, con lo que se desató la temporada de la ocupación de lugares de trabajo.
Luego, la ley de liberación de privados de libertad, con la promesa que un organismo privado insolvente, los va a ayudar con herramientas y oficios a cuenta de fondos públicos inexistentes.
Luego, el consejero de la educación Barrán, con su peculiar posición sobre la educación privada, que según él, “podría atentar contra las convicciones democráticas”… o algo parecido.
En éstos días, el Ministro Rossi, ante las carcajadas por el descaro de las propuestas, en el parlamento pidió tiempo y comprensión, porque según él, “estamos tratando de aprender a gobernar” y “tenemos derecho a cambiar”.
Son mensajes que íbamos recibiendo un día si y otro también, y que mostraban sin lugar a dudas, que la conducción del país, estaba en manos voluntaristas, inexpertas y rebosantes de soberbia, pero prontas a aplicar las teorías con las que soñaron toda su vida, aunque jamás hayan dado buen resultado en ningún lugar.
Ahora, quedó claro que en la cabecita de algunos progresistas, sigue anidando la idea de terminar con todo lo que sea privado, que dicho sea de paso, ya fue adelantado públicamente, cuando se logró la reforma de la constitución por la reforma del agua.
Y como empieza esta etapa? En el presupuesto quinquenal, se viene la estatización de la salud.
No nos van a preguntar si estamos de acuerdo, no les importa saber si queremos o no cambiar el sistema de salud. No va a haber opción, simplemente nos van a meter en una gigantesca bolsa, y allí vamos a quedar sin derecho a protestar.
Si alguien está feliz con el hecho de ser socio de COSEM, La Española o Casa de Galicia, pues bien, que se vaya despidiendo.
No va a tener mas su acostumbrado recibo, que refleja y prueba una relación contractual entre el usuario y el prestador del servicio, porque ahora, el prestador va a ser el estado.
Toda la salud va a caer en manos de la ministra Muñoz, su fiel lugarteniente Tabaré Gonzalez y el manejo del dinero, que va a ser mucho, estará en las muy comunistas manos del Ec. Olesker, quien en estos días paradójicamente, recibió de parte de los médicos en conflicto, el muy descriptivo sobrenombre de Hitler.
La tentación totalitaria y prepotente de los espíritus marxistoides, empieza a asomar su feo rostro, al salir a la superficie del maloliente pantano de resentimiento, frustración y envidia donde han vivido siempre.
La estatización del sistema, la igualación para abajo, el soñado modelo cubano, el planchazo marxista que mediocriza todo.
Como dijo un chino post maoista, “para evitar que cuatro o cinco chinos anduvieran en Rolls Royce, condenamos a cientos de millones a la bicicleta”, estos gobernantes progresistas, para evitar que unos pocos se asistan en el Británico, nos van a condenar a todos al Pasteur. A todos menos a los de la nomenckatura gobernante, que seguramente se van a reservar el Americano.
Con el cuento de la igualdad, nos van a cortar la libertad, esa libertad que con tantas gárgaras nos deleitara el Presidente el día que asumió el cargo y que en tan poco tiempo, resultó una patraña mas.
En vez de crear buenos empleos para que los nuevos trabajadores puedan pagar la mutualista que elijan, el señor presidente y sus secuaces nos van a imponer a todos lo mismo.
Ya nadie podrá elegir el servicio que mejor se acomode a su gusto, ahora, el superior gobierno, decidirá por nosotros, sin derecho a pataleo.
Pero a no confundirse uruguayossss y uruguayassss, la idea no es mejorar la salud pública, sino destartalar la privada, para que no se note la diferencia.
La competencia por mejorar día a día los servicios desaparece y con ella, van a desaparecer las instituciones y miles de empleos, directos e indirectos.
Si usted lector, puede pagar una cuota de digamos 1.200 pesos y lo hace a cambio de recibir la sobresaliente atención del Británico, va a pagar eso y tal vez mas, pero lo van a atender en el Maciel o donde se le antoje a Muñoz o a Okesker, con las mismas carencias de ahora, o peor.
Recién van seis meses y ya nos estamos despidiendo de la salud en Uruguay.
Sería interesante conocer que opinan, los que paseaban orgullosos los calcos de la 609 en lujosos automóviles, ahora que saben que tendrán que compartir con un hurgador, una sala común del Clínicas.
Lonjazo.