Cuantos demonios?
Hay quien dice que no hay que comparar lo incomparable, porque es trabajar al ñudo.
En estos días, o casualidad, se abre una nueva polémica en la interna de la colcha de retazos que nos gobierna, por la decisión de resarcir a las víctimas del terrorismo guerrillero marxista, que asoló al Uruguay en la década del 60 y 70, en la misma medida en que lo sean sus victimarios.
Parece que hay quienes piensan que solo hay que resarcir a los victimarios.
No están de acuerdo con la teoría de los “dos demonios”.
Y en eso coincidimos totalmente.
Porque no es cierto que haya habido “dos demonios”.
Acá lo que hubo fue una agresión descarada, del comunismo internacional a todo el continente, con la intención de establecer su dictadura, a imagen y semejanza de la extinta URSS y la aún sobreviviente Cuba.
Para ello, fueron adoctrinados, entrenados, armados y financiados desde la lejana URSS vía Cuba, cientos y cientos de personas en nuestros países.
Ese fue “un demonio”, de mil cabezas.
Uruguay vivía una envidiable y larga democracia, límpida y respetada, donde hasta tenían voz y voto, incluso aquellos que querían destruirla.
Y en ese estado fue agredida por estos super inteligentes personajes, que creían estar capacitados para decirnos a todos que nos convenía mas, a la fuerza si fuera necesario, y así fue.
El o uno de los agresores, o dicho de otra forma, el agresor en uno de sus múltiples disfraces, enmascarado atrás de la estructura de un partido político, llego a desarrollar un aparato armado mientras, infiltraba la enseñanza, los sindicatos, la cultura y todo lo que podía, para “concientizar” a los futuros soldaditos de plomo que habrían de usar para sus fines.
Recorrían todos los caminos a la vez, para llegar a su objetivo.
Asociando la democracia al capitalismo, atacaban por todos los frentes, tratando de imponer su soñado “socialismo real”, que solo existía allí, en sus sueños, porque la realidad era muy otra, como bien se supo oportunamente.
Hoy se desgarran las vestiduras diciendo que dieron muchos muertos. Y es cierto, los dieron, pero porque ellos empezaron matando; así son las guerras. No hubiera habido ni un solo muerto, si se hubieran mantenido respetando la democracia.
Quienes hoy rechazan este acto de grandeza por parte del estado, siempre estuvieron prontos para agarrarse de lo que fuera, sea, dinero, honores inmerecidos y hasta puestos públicos, a veces logrados haciendo uso indigno de esos mismos muertos, que tanto se dice honrar y respetar.
Estas víctimas que hoy el gobierno pretende resarcir, jamás fueron con el sombrerito en la mano a pedirle al estado nada. Aceptaron la desgracia y siguieron su vida sin odio y sin rencor.
Es mas que justo que hoy se los resarza, igual que a aquellos que iniciaron el desastre, pero no tan justo que se los meta en la misma bolsa.
Esa es una gran diferencia entre ambos grupos. Unos, pasaron treinta años mintiendo y deformando la realidad y la historia, prendidos a la teta del estado, mientras que lo otros, aguantando en heroico silencio, el insulto y el destrato permanente de sus muertos.
Es muy cierto que no hay aquí dos demonios. Vaya si es cierto.
La historia sabrá, por mas que se la quiera deformar, quien fue quien en esta triste historia, quien fue demonio y quien santo.
Es muy triste que haya pasado todo lo que pasó. Los asesinatos por la espalda, no son mejores ni peores que las torturas que terminaron matando. El sufrimiento de las víctimas y de sus familiares es el mismo.
El Uruguay pacífico, respetuoso y democrático no se merecía semejante suerte.
Bienvenida entonces toda acción que pueda aliviar tanto sufrimiento de ambas partes, si es recibida con buena fe por todos los actores, para de una vez, ponerle fin a tanto desastre.
Todo lo cual no quita, que todo esto tiene un feo tufillo a no ser mas que una cataplasma, que el gobierno quiere poner, para pasar a la historia como el finalizador de este quiebre de nuestra sociedad, que se resiste a cicatrizar, treinta años después.
Lonjazo.